Luis Timisky: El fotógrafo de lo increíble

Quizás sea por su formación como reportero gráfico, que esa impronta del que documenta la realidad más cruda, ha quedado como sedimento nutricio en su fotografía artística.

Luego de pasar por varias agencias públicas y privadas, sin coincidir con ninguna y buscando un camino de vida que lo satisfaga, por fin encuentra su lugar como fotógrafo profesional.

Desde una permanente transición entre un mundo y otro ha sabido sintetizar en su trabajo de fotógrafo una mirada particular, original y sincera, que plasma con maestría y sensibilidad en su arte.

Riguroso en el detalle, exigente en lo técnico, Luis nos brinda una mirada conmovedora y asombrosa de la realidad. Los puntos de vista que elige, las tomas desde lugares poco habituales, interpelan al espectador involucrándolo con su propio misterio. Porque si bien, Luis fotografía lo que ve: edificios, personas, situaciones, cada ser u objeto nos atrae y envuelve con su misteriosa belleza narrativa.

El arte está dentro de cada uno y él se propone con su obra, hacer vibrar una cuerda en el espectador así como lo hizo vibrar a él.

Luis Timisky vive y trabaja en Devoto y desde allí se expande en exhibiciones de arte en diferentes salas y propuestas, como Estudio abierto -taller de la escultora Cristina Martinelli- quien alojó en su casa taller las maravillosas fotografías de Luis en diciembre pasado. También participa en SACH (se agrandó Chacarita,) espacio de artistas abierto al público para mostrar de forma autogestiva, la labor de muchos artistas que viven en Buenos Aires.

En su última muestra colectiva en Mar del Plata -junto con Ofelia Beltri– genera además un espacio de reflexión, por esa necesidad que surge de poner en palabras aquello que sucede con las emociones y la percepción sensorial. Esa aventura que nos propone el arte, aun en estos tiempos de virtualidad y excesiva pantallización de la vida cotidiana, con su aire fresco, su mano liberadora y vivificante, que nos hace acordar que aún somos seres humanos.

Una forma de canalizar lo que no tiene nombre, lo que no se puede explicar y que nos causa emoción, extrañeza, asombro, deleite, ese universo conmovedor que es el arte, para reencontrarnos con nuestra propia alma, con una forma de vivir y de sentir. Esa es la propuesta que genera la obra de Luis Timisky.

La cuestión contemplativa busca una forma adentro y afuera…

Aunque elija distintos temas para fotografiar, sus paisajes poéticos, tienen una constante que lo representa: contrastes marcados entre elementos diferentes, entablan un dialogo sólo posible en su composición en el plano. Foto blanco y negro con algún destaque de color, edificios modernos versus antiguos, nos hablan de propuestas opuestas que confluyen en la cultura de hoy. Y a esos trabajadores volviendo a casa en invierno, en su rutinaria vida cotidiana, Luis los engalana enmarcándolos en las amplias arquitecturas de hangares ferroviarios, como si ese paisaje los enalteciera e hiciera trascendentes esos momentos de la vida.

Así como de pronto su lente se detiene en una persona en situación de calle. La intemperie más injusta que le toca vivir, se codea con el edificio más suntuoso y ahí quedamos, fijados en su lente, agradecidos de habernos puesto en ese lugar, frente a realidades que no podemos soslayar ni soportar ya más.

Son típicas sus perspectivas encajonadas, con tomas que parecen imposibles, edificios casi seres amenazantes de la City porteña, gigantes inmutables posan ignorando la presencia de los habitantes que ella misma genera.

Sin embargo en la cúspide de sus arquitecturas, cielos gloriosos se reflejan en los cristales cargados de esperanza, se asoman en lo más alto como una promesa de vida.

En las fotografías de Luis Timisky hay una promesa de vida siempre.

Invito a los lectores a sumergirse en su mundo a través de su instagram @luistimisky