El concepto de historia remite a investigación, información, saber.
Comúnmente lo utilizamos para dar cuenta de hechos pasados y tiene sus orígenes desde que el hombre pudo adquirir la capacidad de la escritura. A partir de la escritura, los hechos y, circunstancias pudieron tener un registro, situando su temporalidad y pudiendo conocerlos, volver sobre ellos y resignificarlos.
Los hechos, experiencias, vivencias van construyendo esa temporalidad, la que también van forjando la identidad del sujeto con relación a sí mismo y con relación al vínculo con los otros.
Es en esa temporalidad que citaba, que los sujetos a su vez pueden situarse con relación al presente y a su vez, posibilita proyectar y proyectarse.
Sin embargo, en la actualidad, aparece como premisa el hoy, un presente escindido de cualquier tiempo anterior y de lo incierto de lo que no ha acontecido que resulta a su vez insoportablemente angustiante
Lo importante es destacar la centralidad que tiene «el aquí y ahora» para el sujeto de la posmodernidad. «Vivir el momento» y «gozar». Lo sucedido es concebido como lo que «ya fue», no forma parte del devenir, no tiene incidencia actual, en el tiempo presente. El futuro, tampoco. Con respecto a este último la respuesta del sujeto es desinteresada: » ni idea», ni pienso en ello.
El presente es en sí mismo la forma privilegiada de existir y de ser en el mundo. La necesidad de una certeza que parece calmar al sujeto frente a los interrogantes que supone el historizar / historizarse como temporalidad que en construcción y resignificación constante.
A partir de esta certeza es en la que actualmente el sujeto, «cree asegurarse». «Seguridad» que hace que se desrresponsabilice de sus actos pretendiendo eximirse de las consecuencias que estos indefectiblemente poseen para sí y en el lazo con su entorno.
Esta premisa dónde la centralidad es el goce del sujeto en el tiempo presente, en dónde lo valioso se circunscribe al «estado/s del aquí y ahora», a la necesidad de la satisfacción inmediata, tienen repercusiones que se visibilizan en los nuevas formas de padecimiento mental, así como las dificultades en los vínculos interpersonales que van desde la virtualidad exclusivamente hasta la violencia .
Pretender que el aquí y ahora valide de forma privilegiada la forma de estar y vincularse subjetivamente, es negarse a saber evitar interrogarse e implicarse subjetivamente en los actos propios y con los otros, es afirmarse en una orfandad a la deriva.
Esta nota fue publicada originalmente en la Revista Floresta y su Mundo edición 397 (Mayo 2024) ©
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