El modo en que pensamos la infancia y adolescencia, en el que nos relacionamos con los niños y adolescentes y tomamos decisiones en relación a su cuidado y desarrollo responde a un complejo proceso socio histórico de producción de la infancia moderna. Hay dos instituciones que aparecían privilegiadas para el desarrollo, cuidado y protección de la infancia y adolescencia: la familia y la escuela, las que a su vez definen dos tipos diferentes de ámbitos de intervención, el privado, que tendrá que ver con la familia como lugar de crianza del niño, por fuera de la mirada externa, y el público, en el que el Estado toma el rol de vigilar y controlar y en definitiva producir niñez/adolescencia a través de la escuela, las políticas sanitarias y la justicia. Asimismo, todo este movimiento convirtió a la infancia como campo de estudio, surgiendo disciplinas tales como la pediatría, la pedagogía, la psicología, psicopedagogía, etc, cuyo interés era estudiar aspectos diferentes en relación a cómo son los niños, qué les pasa, cómo es su desarrollo, definiendo, al mismo tiempo, parámetros para pensar lo “esperable” o “no esperable”, o lo “normal” y lo “patológico”, los que intentaban establecer una norma.
Hoy en día, algunos de los saberes construidos, de las normas que pudieron ser establecidas y de las formas institucionales que “funcionaban” parecieran no ser suficientes para poder abordar las problemáticas que nos presentan las infancias actuales. Es así que nos encontramos con diferentes infancias y adolescencias, en las que seguramente podamos ir leyendo los efectos históricos de este período de sociedad de consumo, encontrándonos con niños-adultos, niños consumidores, ciberniños, niños en riesgo, niños vulnerables, niños abusados, etc. Algunas teorías hablan incluso de la posibilidad del fin de la infancia, pero los distintos análisis coinciden en ubicar el eje de una diferencia radical en relación al modo de producir infancia en el hecho de la existencia cada vez más expandida de ámbitos de desarrollo de la experiencia infantil distintos a la familia y la escuela o la familia y el Estado, los que se caracterizan por no requerir la intervención adulta y que están disponibles aún dentro de la familia o la escuela: ya no es necesario salir a la calle para estar solos en un mundo de adultos, cuando los niños y adolescentes están conectados a internet/juegos/ medios de comunicación en su cuarto o incluso en clase, suelen estar solos sin la regulación de los padres por un lado en un medio (internet) con escasa o nula regulación estatal que considere el uso que hacen de ella niños y adolescentes y que logren efectivizar medidas de protección para los mismos, sino que son medios regulados por las leyes del mercado, en las un consumidor es un consumidor, no importa la edad y condición del mismo. Regular no es que alguien escriba que es mayor de 18 años…
El lugar de los niños en relación al mercado y la fragmentación social creciente produce diferentes posibilidades de construcción de infancia y adolescencia, de este modo hay niños/adolescentes en relación a los cuales aparecen medidas de cuidado y protección, y otros a los que se les reserva un lugar de exclusión y desprotección social. Cada vez mas el rol del Estado pasa a ser sustituido por el del Mercado, siendo la política estatal propiciadora de este movimiento. Las patologías y problemáticas que se presentan en niños y jóvenes están cada vez mas vinculadas a esta situación, como esta nueva problemática que aparece vinculada a los chicos que apuestan, sumergiéndose tempranamente en la situación adictiva de la ludopatía y todas las problemáticas asociadas a la misma, y convirtiéndose en el alimento de grandes negocios.
Esta nota fue publicada originalmente en la Revista Floresta y su Mundo edición 396 (Abril 2024) ©
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