Raquel Goya: La escultora de la templanza latinoamericana

por | Nov 28, 2024

La escultora Raquel Goya es una mujer que ha vivido con intensidad y compromiso cada aspecto de su vida. Nada escapó de su clara coherencia ideológica, la lucha por sus ideales y ha logrado vivir con su magnífico arte.

La escultora Raquel Goya es de esas personalidades fascinantes, una mujer que ha vivido con  intensidad y compromiso cada aspecto de su vida, la familia primaria, el arte, la maternidad, la militancia. Nada escapó de su clara coherencia ideológica, la lucha por sus ideales y ha logrado vivir con su magnífico arte, emplazado en importantes espacios públicos del mundo.  

Es de Lomas de Zamora, vive en la loma más alta de las cuatro que tiene esa localidad de la Provincia de Buenos Aires. Con Felipe, su marido, lograron comprar una casita en el 1975. Pero muchas vicisitudes transcurrieron antes de poder instalarse allí. 

En Raquel la vocación social estuvo desde muy joven. En su familia, en Témperley, se hablaba mucho de política, se discutía. Había radicales, conservadores y masones, era la década del 40 y ella siendo pequeña, prestaba atención. No tardó mucho en dedicarse a la militancia en esos fervorosos años sesenta. 

Pero una fuerte pulsión por el arte, latía en ella desde chica, justo en esos tiempos. Y nada es casual en la vida de Raquel, una pareja amiga de la familia, le regala el libro de los siete grandes pintores del mundo, “para que marque una carrera del arte para la princesita de Témperley”, tal la dedicatoria, todo un designio, como anticipando caminos.

Con 8 años asistió al taller de la Negra Días Gómez, en Témperley, en un típico taller antiguo, con pájaros embalsamados, cabezas de músicos de yeso y todo tipo de modelos que debía copiar. La profesora vislumbrando el futuro artístico de Raquel, le recomendó a la madre que la enviara a Bellas Artes. Su madre, en cambio la anotó en el Colegio Euskal Echea de Llavallol, una escuela vasca, donde Goya estudió y adoptó una ideología humanista, ligada a la justicia social. 

Los docentes del Euskal le insistieron tanto para que siga con el arte, debido a su visible talento, que su padre la anotó él mismo en la Escuela de Artes Visuales «Manuel Belgrano»

Fue una activa militante, presente en los barrios más humildes, y aunque estaba muy comprometida y los peligros de la política  no la asustaban demasiado, la vocación artística, la organizó para encontrar en la tarea docente, el trabajo que le permitió vivir dignamente. 

En 1960  comenzó la escuela de arte en la Belgrano y tuvo que ir de día porque el padre no quería que se junte con varones. El machismo del padre veía con malos ojos la vida de Raquel, entonces negociaron, ella estudiaría una carrera universitaria – eligió Psicología- y le advirtió: “mi carrera es el arte” .

 Al tiempo murió el padre y Raquel pudo desarmar el mandato que le impedía estar cerca de los mejores maestros de la época, que estaban en el turno noche.

Aurelio Machi era uno de ellos, quien dejó su impronta de fuerza y una vibrante calidad matérica.

Una personalidad lúcida, fuerte, atrevida, Raquel siente Latinoamérica y lo expresa en su obra, rotunda, contundente, de ritmos y masas que aluden a lo telúrico, ancestral  de gran sentido para nuestra imagen nacional tan vapuleada e  intoxicada por modismos e imposiciones foráneas, tal es el colonialismo sufrido que casi se ha normalizado, vivimos colonizados sin darnos cuenta, cual es nuestra propia imagen.

En 1963 egresó de la Belgrano con el título de Maestra Nacional de Artes Visuales, y tres años más tarde se recibió como Profesora Nacional de Dibujo y Escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón».

A Raquel le tocó descolonizarse, despatriarcarse, romper con muchas barreras y mandatos, ésos que en los sesenta estaban naturalizados para la gran mayoría de la sociedad, aunque no para ella, que desde muy chica supo ser independiente. Quiso ser una persona emancipada. 

Siempre que me encuentro con Raquel es por la filosofía que nos anuda e interpela: el pensamiento de Rodolfo Kusch, quien alertó y abrió caminos para pensar nuestra América Profunda, como un destino a elaborar, para entender desde su perspectiva, el porqué de la negación del pensamiento americano que pesa sobre nosotros como una gran carga, que no nos deja ver quiénes somos, cuáles son nuestras raíces y el valor de defenderlas.

En la escuela Prilidiano Pueyrredón Raquel lo tuvo a Kusch como profesor en la cátedra de Estética. De allí, toma esta visión esclarecedora de la realidad latinoamericana y la hace propia. De  modo tal que con los años ella, fue desarmando también los mandatos de la academia, que desde siempre fue eurocentrista, re elaborando formas y conceptos en su propia obra, produciendo una nueva estética americana, producto de la movilización que le produjo incorporar los más fundantes conocimientos del siglo XX. 

En 1968 siguió estudiando en  la Escuela Superior de Bellas Artes «Ernesto de la Cárcova», con el objetivo claro de seguir perfeccionándose en la rama de la escultura, lo que se convirtió en su estilo de vida.

Con sus 82 años, ella fue pionera en muchos lugares y espacios, educativos, artísticos, gremiales, porque siempre supo desde su familia que el compromiso político es la clave para la transformación de la sociedad hacia una vida más justa y solidaria, y con una identidad argentina siempre en disputa. Una identidad que atravesó dictaduras, la represión a los estudiantes, la persecución, las listas negras. La rebelión que hay en ella, una mujer dulce pero concreta y fuerte, no se ha dejado doblegar por las dificultades.

Ha transmitido el arte desde su rol docente, en escuelas secundarias y de arte, ha sido una profesora implacable, de ésas que no reglan nota y exigen lo más y lo mejor de cada estudiante.

No sólo hizo honor a su maestro Aurelio Machi, sino que toma la propuesta plástica del maestro y la re elabora en una obra superadora, ya que Raquel, modela el barro casi líquido dándole forma con una madera rústica, a los golpes va organizando los volúmenes y así, con su fuerza interna y el dominio de la forma, obtiene unas figuras henchidas, pletóricas de energía, que irradian fuerza, denuncian, gritan. Es ahí donde su rebelión se manifiesta. 

Su obra Bolivia es una Mujer-Patria, con sus pechos henchidos de vida y un agujero en el pecho, como una herida ancestral de una América que no puede cicatrizar porque siempre está recibiendo el golpe. Una mujer, cuerpo en cruz de chacana, emblema originario del norte, se arraiga con sus pies gigantes en defensa del suelo y sus riquezas (el litio en este caso). La traición y la bala en el mismo lugar: el corazón del pueblo, herida que sangra y no cesa y es tan vigente hoy que aterra y espanta. Mirar sus esculturas nos anima a gritar, a ponerle voz a tanta ignominia incesante.

Cabezas arquetipos de nuestro pueblo, metidas en cajas de madera con rejas, nos escupen un mensaje inequívoco y contundente. Una Milagro Sala, trasunta el dolor y el despojo de todos los pueblos originarios en un solo cuerpo.

Su talento, se derrocha en formas y lenguajes, que ha desarrollado ampliamente y con el vigor de su temple. Por eso sus obras integran la escultura, la pintura, el grabado, el collage, en un todo coherente y expresivo, donde cada elemento aporta al mensaje que propone.

El monumento Al trabajo es una figura de un obrero de la construcción con un taladro neumático, es la imagen del trabajo, la herramienta prolongación de los brazos, fusión con la pierna que se planta en la  tierra y taladra la bronca, el salario digno, la jornada justa, el modelo metalúrgico que nacía en los 50 -modelo industrial que tanto cuesta sostener y posicionar. Todo eso  y mucho más es lo que  encarna la figura, que está emplazada en  Camino Negro y Quesada y  es una de sus obras preferidas. «Fue una belleza poder hacerla porque tengo la idea de que los artistas deben ocupar un lugar en la sociedad y que deben vivir de su profesión», dijo Goya «Que esté emplazada en mi localidad es una gran satisfacción».

El Municipio de Lomas de Zamora la premió  con el Orgullo de Ser de Lomas y el Honorable Concejo Deliberante la destacó como vecina ilustre de la localidad.

Algunos de los museos que cuentan con alguna obra de la reconocida escultora lomense son: Museo de esculturas León Sémpere de Burzaco, Bellas Artes Bonaerense de La Plata, Secretaría de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, Casa de las Américas, Museo de la Revolución, Embajada Argentina, los tres organismos de La Habana y varias colecciones particulares.De la mapu y de la pesca está situada en la entrada del Teatro Municipal de Lomas, Manuel Castro 262. En esa obra se puede observar dos mitades de una canoa, arpones y una serpiente. La canoa y los arpones son dos elementos representativos de nuestra tierra americana, mientras que la serpiente representa, en los pueblos originarios, el buen augurio en las cosechas.