Francisco de Goya: El Padre del Arte Contemporáneo

por | Abr 9, 2025

Innovador y en constante evolución, la obra del artista aragonés se caracteriza por su atención al detalle y habilidad para capturar la esencia de las personas, lugares y momentos que retrata.

¿Qué nos dicen los cielos en las pinturas de Goya?

La pregunta se lanza desde un video en directo desde el Museo del Prado, sobre los cielos de los cartones para la real fábrica de tapices, que Goya realizó por encargo de la Corona hacia 1786: la  serie de las cuatro estaciones.

Tratándose de un video de MeteoRed, el meteorólogo, nos lleva a la situación atmosférica en los cielos de las escenas creadas por Goya, comparando los fenómenos climáticos de hace 200 años con los actuales. Me llama la atención la banalidad del reportaje, pero lo veo completo. 

A pesar de la literalidad del relato, no dejo de maravillarme con la suspicacia de Goya, quien se las ingenia, aún en pinturas a pedido de los reyes, para hacer foco en las realidades sociales de su época, y denunciar las diferencias sociales, abusos y privilegios del poder. 

En La nevada o el Invierno, un cielo gris nublado y con nieve, la sensación de muy baja temperatura, parece traspasar el cuadro. La escena es una detención: un par de  hombres con  armas están deteniendo a tres campesinos. Dos de ellos vestidos, con ropas humildes de la zona castellana, y otro, al fondo, con un atuendo de valenciano, marchan resguardados sólo por unas mantas, quienes en una mula cargan un cerdo, para vender en el mercado de Madrid.  

Un perro, en primer término, se detiene temeroso, con el rabo entre la patas, ante el encuentro de sus amos con los dos personajes vestidos con casacas y abrigos de mejor calidad, como de mayordomos de una casa rica. Uno de ellos, al frente, va armado con una escopeta, mientras el otro ha incautado la mula de los campesinos, con el fin de reclamar algún impuesto.

En La Vendimia o El Otoño, una pareja monárquica con un niño disfrutan del día de campo. El cielo representado en el cuadro también está en función de la figura principal, que sin duda es la campesina que lleva sobre su cabeza, una cesta llena de uvas, que trae de los campos del fondo. En ellos, los campesinos inclinados sobre las viñas, los observan desde lejos.

El empaste pictórico  que Goya imprime a la nube sirve de contraluz para destacar la mirada perdida en el horizonte de la joven, quien está, aunque cercana, excluida de la escena del trío. Así como lo están los campesinos.

La era o El verano

Es el descanso de los segadores en el campo, después de la cosecha del trigo, reunido ya en fardos.

La escena es un relato sobre los momentos de descanso de los trabajadores, con sus bromas, sus juegos y sus afectos, evidencian una típica convivencia de gentes sencillas. 

Una madre alimenta a su hijo, mientras otra intenta cuidar a sus hijos que juegan sobre los fardos. 

Algunos hombres se han embriagado y celebran festivos, mientras un tierno padre disfruta de su bebé. 

De fondo la  imponente mole de un castillo medieval junto al cielo de tormenta forman un todo dramático que amenaza con dar cierre al momento de paz, otra vez el contraluz , que no era el recurso académico de la época, nos revela a un Goya transgresor de las normas imperantes.

Las floreras o La Primavera 

Una joven, vestida con el atuendo de las majas, entrega flores a la señora que pasea con su niña, mientras un campesino a su espalda pretende sorprenderla con un conejo, símbolo también de la primavera. En tono jocoso, el personaje hace participe al espectador direccionando su mirada hacia el frente.

Hablemos de Goya

Francisco de Goya y Lucientes nació en Fuendetodos, Zaragoza, en 1746 y murió en  Burdeos (Francia) en 1828. Se encuentra como uno de los grandes maestros de la pintura española.

Siempre innovador, consiguió adelantarse a todos y cada uno de los movimientos pictóricos que aparecieron en Europa, desde el romanticismo al surrealismo, pasando por el impresionismo y el expresionismo. Es por ello considerado el padre del Arte Contemporáneo.

Sus pinturas retrataron el tiempo histórico que le tocó vivir, además de adelantarse a varias de las corrientes pictóricas que le sobrevinieron. 

Innovador y en constante evolución, la obra del artista aragonés fue adquiriendo mayor interés por el realismo y la crítica social. Todo el mundo conoce sus “majas” (la vestida y la desnuda), su aquelarre y sus pinturas negras,

Sus pinturas se caracterizan por su atención al detalle, su habilidad para capturar la esencia de las personas y lugares que retrata, y su uso de colores vivos y fuertes contrastes. 

Una de las obras más conocidas de Francisco Goya es el cuadro Saturno devorando a su hijo. Forma parte de una serie denominada Pinturas negras. Esta obra, que alude a la historia mitológica de Saturno comiéndose a su propio hijo por temor a ser destronado. Seguramente sea la más famosa de las pinturas negras de Goya, que reciben este nombre por la oscuridad tanto de los pigmentos empleados como de los temas. El cuadro está fechado alrededor de 1823.

La  escena de infanticidio caníbal y el gesto de horror y locura que se dibuja en el rostro de Saturno, representa un momento oscuro en España, el de la llamada ‘Década Ominosa’. Una lectura posible puede ser la alusión al monarca Fernando VII o al propio pueblo español. Quizás Saturno represente al monarca Fernando VII devorando a su pueblo, o quizás sea el pueblo devorándose a sí mismo, su futuro.

Los fusilamientos, es quizás el cuadro más notorio de Francisco de Goya. Fechado en 1814, representa una oscura escena de la historia de España, cuando, la noche del 3 de mayo de 1808, los franceses fusilaron, en varios puntos de Madrid, a los españoles que se alzaron contra las tropas francesas el día anterior. Es la escena que convirtió a Napoleón en un sanguinario a ojos del pueblo, y representa el comienzo del conflicto bélico.

Los desastres de la guerra, es una serie de 82 grabados del pintor español, realizada entre los años 1810 y 1815. El horror de la guerra se muestra especialmente crudo y penetrante en esta serie. Las estampas detallan las crueldades cometidas en la Guerra de la Independencia Española. Los personajes aparecen muy en primer plano destacándose de un lejano paisaje yermo e iluminados a contraluz, lo que era contrario a las convenciones del retrato de figuras humanas. 

Un foco narrativo central que conlleva la supresión de detalles irrelevantes, fondos diáfanos, siluetas en claroscuro y una aplicación del color por zonas esquematizadas. Según Jeannine Baticle, “Goya es el heredero fiel de la gran tradición pictórica española. En él, la sombra y la luz crean unos volúmenes poderosos construidos en el empaste, aclarados con breves trazos luminosos en los que la sutileza de los colores produce variaciones infinitas”.

Estuve en el Museo del Prado en 2018, quedé impactada al ver de cerca los cuadros de Goya, lejos los más expresivos y conmovedores. Pude comprobar la genialidad del artista en sus minuciosos retratos, a la vez que sólo unos trazos de pintura magistralmente colocados, podían configurar un rostro y su gesto, producto del que sabe, del que ha visto mucho y dibujado aún más, llevado por ese deseo de desentrañar el misterio humano, el gesto de cada expresión, la ignominia y la parte más oscura del inconsciente colectivo.

Fue un visionario, un adelantado a su época, nos  dejó un legado para todos los tiempos.