Como cada año y desde 1945 el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori junto con el Ministerio de Cultura de la Ciudad, organiza el salón Manuel Belgrano, certamen que premia a artistas argentinos y residentes en diversas disciplinas fomentando la trayectoria, la continuidad y la práctica en el arte. Es una herramienta para estimular, reconocer y difundir la producción de artistas plásticos de todo el país.
Buenos Aires es una de las más importantes capitales culturales del mundo y el Belgrano es uno de los certámenes más relevantes de la ciudad, que se ha mantenido en el tiempo, por la sostenida participación de los artistas, que valoran este espacio municipal como una de las vidrieras posibles para mostrar su producción.
El clásico Salón Manuel Belgrano, es bien conocido porque durante años otorgaba pensiones como máximo galardón a la producción de los artistas dedicados a la profesión. Es lamentable que este valioso reconocimiento haya dejado de existir desde 2017, quedando solamente la modalidad de “Premios Adquisición”.
Estos premios, aunque de muy magros valores, constituyen la política de adquisición de obras que enriquecen la colección de arte argentino de la Ciudad de Buenos Aires, incrementando así su acervo patrimonial, que atesora el Museo Sívori.
Aunque con altibajos y pérdida de derechos, los artistas hemos seguido participando porque no estamos dispuestos a perder un espacio público cultural de tamaña importancia. Y una vez más destacar el esfuerzo de los artistas por mantener una expresión cultural que sea representativa. Representa la diversidad de la escena cultural actual en el ámbito de la ciudad.
Este año, el Museo Sívori reabrió sus puertas luego de algunos años que llevó su restauración, y por eso recomiendo visitar la amplia y nutrida muestra donde podrán evaluar la diversa cantidad de propuestas estéticas y expresivas en Pintura, Escultura, Dibujo, Grabado y Monocopia, todas disciplinas artísticas que dan cuenta de la capacidad de nuestros artistas plásticos visuales.
Esta nota no pretende ser la cobertura del salón pero sí entusiasmar al lector/lectora a visitar el museo y de paso disfrutar del bellísimo lugar donde está ubicado, frente al rosedal de Palermo.
En Escultura se pueden apreciar obras en diversos materiales con planteos figurativos, simbólicos y lúdicos. Hay valiosas obras en madera, en meta, cerámica, acrílico, plástico, semillas…
Se destaca especialmente la del querido amigo escultor Guillermo Paolino, una impactante estructura de ramas, a las que reviste de un delicado y muy logrado trabajo textil en distintos grosores de yute. La obra Alas de América, condensa la fuerza y la vitalidad de nuestro continente, como una Pachamama en expansión.
Liliana Sepiurka presenta una obra en hierro y madera, una suerte de juguete muy particular.
Luciana Fernández, una escultura muy orgánica, una espacie de cuerpo revestido en semillas con sonido y luces que brotan de su interior.
Norma Siguelboim, seleccionada por su obra Estrella de luz, cuya estructura metálica combina coloridos rectángulos de acrílico que provocan delicados juegos visuales.
Leandro Niro expone una sensible escultura cerámica, donde retrata el asombro, la indefensión, la inocencia, desde la mirada de un niño.
Yamila Cartannilica (3° Premio Adquisición Escultura) expone un ensamble en madera que vincula formas, materiales , espacios y volúmenes. El ensamble Uno y Dos, como vínculo y como reflexión, donde el trabajo de carpintería da lugar a un arte fresco y poético.
Trisha Van Asperen Tiepelmann presenta Círculos caen, una obra -instalación. Según sus palabras “Desde el desplazamiento de un círculo en el espacio,con luz de neón y sonido , va creando una morfología del tiempo y de la música”.
Mónica Canzio (1°Premio Adquisición Escultura) expone se Venus negra, en hierro y acero soldado. Remite a las primeras venus y es para la artista una posible representación de la mujer.
Claudia Cerminaro, seleccionada por una interesante escultura en caño de plástico y formas en madera, que plantea el tema del vínculo y sus avatares.
Tengo el orgullo de estar presente en este Salón con mi reciente obra Antú-sol en idioma ranquel, una escultura en chapa de hierro, un poético homenaje en el que predomina la fuerza y la luz de mis ancestros ranqueles.
Hay numerosas obras en Pintura, de gran calidad muchas de ellas, que han sido ubicadas de forma tan abigarrada que se dificulta la observación y aún más el disfrute. La Pintura es un arte que se expresa en dos dimensiones pero cuando vibra al son de la persona del artista, esta frecuencia hace vibrar también al espectador. La obra no existe sólo en el cuadro, trasunta la materia y es una experiencia y un diálogo.
La situación actual se ve reflejada en las obras, como no podía ser de otra manera, ya que el artista es muy permeable a la realidad social. Por eso coinciden los planteos de denuncia, como lo que ocurre con los bosques y la naturaleza toda en peligro o extinción, y la crisis humana que genera el desamor hacia ella. También se percibe una visión perturbadora y de desesperanza hacia el futuro.
En otras es evidente el rescate de los símbolos de la América prehispánica en coloridas y dramáticas recreaciones, como una forma de reafirmar una memoria que se hace presente y late aún en Latinoamérica. Imágenes que luchan por sobrevivir en medio del capitalismo salvaje, la desigualdad social y las economías que entregan los recursos naturales al mejor postor.
Así como también están representadas las obscenidades del poder real, la manipulación de los medios sobre la población, los problemas de violencia de género y los monstruos del inconsciente colectivo toman formas diversas y nos invitan a reflexionar. Entonces también hay obras que nos ofrecen una catarsis saludable, mientras que otras refundan conceptos confusos de aparente diversión.
Las secciones Dibujo, Grabado y Monocopia ofrecen un panorama creativo, rico en diversidad técnica y expresiva; la línea, la mancha, el gesto están ahí, pregnantes. Son disciplinas en las que no se puede falsear ni mentir.
Santiago Raffo (1° Premio Adquisición Dibujo), nos muestra un interesante planteo con su obra Guilielmus, en Grafito.
Un gigante retrato de un hombre con los ojos cerrados nos enfrenta a nuestros propios mundos internos, hacia una mirada introspectiva del pensamiento, el recuerdo, la realidad cotidiana, el pasado y el presente, una propuesta que explora y revitaliza el incesante encuentro del artista consigo mismo.
Marcelo Maira (2do Premio Adquisición en Dibujo), expone en sus Grafismos, tinta acrílica sobra tela, un dialogo con las formas que crea, planteando una necesaria trilogía: realizador – obra – espectador.
Me llamó la atención un interesante grabado con la técnica del Aguafuerte de Marina Rothberg (2° Premio Adquisición de Grabado), Desenredar el viento para volver a sembrar. La obra está compuesta por numerosos módulos, cada uno un relato social , del devenir y el padecer humano, sensiblemente realizado que me remitió a los que el Bosco minuciosamente elaboraba. El hambre, la discriminación, personas escapando de las guerras. Puede ser recorrida como un laberinto, y a cada salida una imagen espejada con otra. Nos plantea la necesidad de cambiar lo instituido para construir un mundo mejor, según sus palabras.
La muestra estará disponible hasta el 28 de febrero y es una valiosa posibilidad de apreciar el arte en forma directa sin la mediación de pantallas, elaborar la propia reflexión y reconocer la labor de una gran parte de nuestros artistas.
Dibujo) 2024 Tinta acrí024 Tinta acrílica sobre tela.
Museo Sívori: Av. Infanta Isabel 555, Parque 3 de Febrero (frente al puente del Rosedal)
- Entradas para el Público en General:$5000
- Residentes Argentinos y/o Extranjeros (con DNI): $1000
- Todos los días sin cargo: Menores de 12 años. Personas con discapacidad y acompañante. Jubilados, docentes y estudiantes con acreditación.
- Miércoles gratis
Horarios: Lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19 hs.Sábados, domingos y feriados de 11 a 20 hs.
Martes: cerrado