Dice la Canción: “Qué lindo es hacer un puente… para vos, solo para vos”
Un puente que cruce de un lugar a otro…
Y yo digo un puente que nos lleve de un estado al otro, para transitar la soledad que nos invade en algunos tiempos (esa sensación de no desear hacer nada), la molestia del vacío, la perturbación de la quietud en el cuerpo/ mente dejándonos inmóviles, no pudiendo avanzar, paralizados en un punto fijo con la mirada perdida vaya a saber dónde, mientras el tiempo corre y cada vez más nos acercamos a la vastedad. Para algunos será la nada misma, para otros una búsqueda incansable, en un espacio real e imaginario la vez. Y con este sentimiento postrante nos dejamos vencer hasta lo más ruin e insospechado.
En este estado tan levitado nos pasa que vamos adquiriendo actitudes monotemáticas y obsesivas con las que no sabemos qué hacer ni como romper la rutina. A veces vamos de acá para allá, corremos, nos llenamos de comida, trabajamos, hacemos cursos, talleres.
El movimiento que inmoviliza de forma diferente, nos tapa, no nos deja pensar en aquellas cosas que nos deleitan y que en este estado ni siquiera sabemos descubrirlas.
Hay un punto en el que estamos parados y nos sentimos hastiados y deseosos al mismo tiempo sin accionar inmovilizados, con nuestra mente acechándonos, dando pelea.
Vemos pasar las hojas del almanaque con una velocidad sutil. Cuando queremos darnos cuenta aceleradamente buscamos no pensar en nada y a la vez ocuparnos de todo.
Seguramente ocurre que en algún momento esa ocupación ficticia pasa a ser un tedio, nos irrita, nos fastidia.
Entonces el hastío y el deseo están afectados por una misma profundidad y pasan a ser los dos extremos del mismo puente, la búsqueda incesante del equilibrio.
Pero lo cierto es que este sentimiento va y viene, según nos calce la secuencia del andar.
Es parte de la impermanencia de la vida.
La palabra “hastío”, también conocida como aburrimiento, sentimiento de impotencia y nulidad que aparece al no poder saciar el deseo, y con éste, la ansiedad se hace presente nos juega una mala pasada y nos sacude de un lado al otro llevándonos a extremos intensos donde pasamos a ser solo permanencias agitadas y manipuladas llenas de impulsos donde corremos mentalmente todo el tiempo mientras nuestros cuerpos apenas si pueden dar un paso.
En qué momento nos hemos convertido en robots llenos de distractores, en que momento hemos dejado de hablar para pasar a manejar con emoticones frases enteras, en que momento hemos reemplazado nuestras horas pasibles, en horas cargadas de movimientos sin objetivos claros solo por el hecho de aturdirnos.
El enojo, el aburrimiento, la tristeza, la soledad, son parte ese vacío. Lugar que detestamos pero en el que nos acomodamos y del cual inconscientemente no deseamos salir, nos da miedo. Pero buscamos desesperadamente hacer algo, entonces rendidos por un cansancio intenso, entramos en un juego perverso que facilita seguir adelante sin pensar en nada más que lo trivial.
¿Qué es el Deseo? ¿Nos permitimos transitarlo? Nos dejamos llevar mágicamente por los sentidos sin pensar en atajos, solo fluir sin obligarnos a nada, disfrutar.
Donde quedó la gran fuerza impulsora de hacer lo que realmente tenemos ganas.
En qué lugar de todo ese gran sismo pulsa por salir la ilusión por alcanzar un propósito, nuestro propósito.
El hastío puede llevarnos a una explosión emocional que nos convierta en un muñeco al que manipulan sin darnos cuenta cuando confundimos el hacer, por el hacer en busca del deleite. Podríamos decir que el hastío subyuga al Deseo.
En la sociedad actual tan demandante de estímulos permanentes de tecnologías avasallantes, los pequeños instantes que nos quedan libres nos colocan en un lugar desanimado o en un vacío incierto.
Donde se encuentran las fuerzas, ideas, juegos, incertidumbre, movimiento, aprendizajes, sueños, ilusiones, imágenes, placeres. Hacer y no hacer. Caer en el barranco, revolcarnos en el lodo y permitirnos recrearnos transformándonos en otra persona.
De regodearnos en un vacío absoluto, emergemos como el Ave Fénix hacia el bastión de los deseos, dependerá de cada uno el trabajo constructivo que vayamos realizando paso a paso hasta alcanzar el elixir.
Tocamos fondo para salir triunfantes sin saber de qué se trata. Es una puja constante “hastío deseo, deseo hastío.” Siempre está ahí”, solo que lo tenemos que buscar internamente y encontrarlo para darle forma y ponerle un nombre el deseo de bailar, de cantar, o de miles de cosas de las que somos nosotros los protagonistas y únicos creadores de la transformación.
Por ende el aburrimiento es necesario, es parte de un puente que nos conectará con la gran Obra, fruto de un recorrido constructivo.
Las infancias de hoy tienen en su vocabulario incorporado la palabra “aburrimiento” un tiempo que lo viven como algo desalentador como un sentimiento de desilusión, como algo que no debiera pasar, como si ese tiempo lo tuvieran que pasar por alto lo más rápido posible donde los adultos se desesperan por hacer que esos niños llenen inmediatamente esas horas. Sin embargo gracias a esos baches muchas de las grandes figuras del Arte y la Cultura han desarrollado su propia creatividad como resultado de una búsqueda interior y han dejado y siguen dejando sus Obras póstumas a merced de la historia del Arte.
Un puente del hastío más profundo y abrumador al deseo más sublime por el cual valió la pena estar sumergidos.
“qué lindo es hacer un puente… para vos, solo para vos”.
Invitación: ¿Te has sentido en algún momento hastiado, aburrido, abúlico?
Intenta plasmar de alguna forma como fue atravesar esos períodos. Recuerda las herramientas con las que cuentas: dibujar, pintar, escribir, tararear, bailar, lo que se te ocurra para sacarlo afuera de tu cabeza. La importancia de observarlo transformado en algo concreto, cambiar el estado, de lo mental a lo vivencial, mientras que disfrutas haciéndolo.
Busca dentro tuyo cuales son los deseos por cumplir, recuerda que siempre hay opciones para concretarlos.
Hacer un puente vale la pena, no importa como lo hagas, lo que importa es encontrar la salida.
Si lo quieres compartir mi correo es: cmpassarelli@gmail.com.
Recuerda que intercambiar ideas nos enriquece y nos convoca a lugares nuevos.
Gracias por leernos.
Esta nota fue publicada originalmente en la Revista Floresta y su Mundo edición 390 (Septiembre 2023)
Notas Anteriores:
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