Cuando no se quiere o no se puede resolver los problemas, una conducta habitual de algunas personas es ponerlo afuera, echarle la culpa de los fracasos a un cualquiera, señalándolo, generando un relato que describa vilezas, maldades, peligros y hacer circular esas historias utilizando las herramientas de difusión que se tengan a mano según el momento. En distinta escala es el germen antijudío de la República de Weimar que utilizaron los nazis, un chivo expiatorio que representaba todos los males y que exterminándolo nacería un país nuevo, pujante, renovado. Ya sabemos cómo terminó esa espiral de violencia.
¿Pues a qué viene este piripipí? Repartiendo la revista de Agosto por la zona de Parque Avellaneda, observo a unos metros a una agente de la Policía de la Ciudad labrando una contravención a un recuperador urbano, que juntaba cartones en su carro. Un señor que tendría 60 años, baja estatura, con aspecto pacífico y desorientado por la presencia de un patrullero y tres agentes que lo reprendían por su actividad. La agente se me acerca con una planilla y pide que sea “testigo”. Mi respuesta no fue la que esperaba: “Disculpe, pero no seré cómplice de este despropósito”. Ella, sorprendida, se justificó acusando a los recuperadores de ser quienes ocasionan estragos y afirmó que “muchas veces asaltan de modo violento a los vecinos”. Le dije que “eso no es cierto, solo quieren distraer a la población para no resolver los problemas” y ella entonces relató que la gente en situación de calle que vive a la vera de la autopista realizó desmanes y actos violentos. Con paciencia le cuento “conozco el barrio, participo de las reuniones de seguridad y los recuperadores no son la causa de todos nuestros males, que no los pueden acusar por todas las violencias de la ciudad y no voy a avalar este despropósito. La situación económica está muy mal y no se puede perseguir a la gente pobre tratando de llevar a su casa un plato de comida, cuando la crisis económica la generan los sectores acomodados”. Dije también que su propio sueldo estaba muy bajo por los desquicios del poder gobernante y eso colmó su paciencia, me dejo hablando solo (estoy acostumbrado) y partió a buscar “una persona de bien” que participe de ese delirio distractivo del sr. Jefe de Gobierno que importamos de Vicente López, que luego de hacer una pésima elección, hace ridiculeces en su afán por pintarse de violeta.


En la Ciudad hay muchos problemas, algunos son de higiene, que en vez de solucionarse empeoran. Como ejemplo, hace años que se habla que los domingos hay sectores de la ciudad que amanecen sucios por no haber recolección los sábados y por las movidas nocturnas. Esto se resolvería con mínima inversión vaciando contenedores también los sábados como proponen algunos vecinos. Ni siquiera en todos lados, es cuestión de detectar los contenedores que colapsan porque hay más población alrededor, o comercio, o industrias. Simple y sencillo.
Pero lo único que se les ocurre es hacer contravenciones testimoniales, a personas pobres que nunca podrán pagar esas multas. Ley despareja y clima de época (discursos violentos, estigmatizantes + clima pre-electoral), porque no hay sanciones al propietario de una 4 x 4 sin patente que estaciona en doble fila durante horas en Av. Avellaneda que si le hacen una multa luego “arregla” o un supermercadista que colapsa el contenedor de enfrente sin siquiera desarmar las cajas o industrias textiles que no gestionan deshechos, porque eso significaría blanquear volúmenes no declarados al fisco. La postal de época dicta, que garpa señalar al pobre, quitarle remedios a jubilados, pensiones a discapacitados y a la vez sacarle impuestos y beneficiar ricos y poderosos. Veremos cómo sigue esto, las modas también tienen sus tiempos.
Entonces, eligiendo a los recicladores urbanos como chivo expiatorio, no se tapa la falta de gestión política, solo distraen a la gilada (nosotros los ciudadanos) y no resuelven los problemas. Como sociedad debemos lograr corrernos de ese infantil discurso “anti”. Hace tiempo que nuestros barrios están sucios, desangelados y sin proyecto de futuro, necesitamos visualizar un “cómo queremos sea” y trabajar enfocados para lograrlo.
Foto Bacacay 39000 con texto “Domingo 20 de Julio. Bacacay al 3900, la cuadra de la Comuna 10”

La política y la gestión requieren experiencia. Hay gente formada que ha estudiado e investiga soluciones, acá y en otras ciudades del mundo a las que podemos mirar para aprender. Pero debemos dejar de odiar, ya está no funcionó. Tenemos que reencontrarnos con el deseo, esa identidad progresista que tenía Buenos Aires que la hacía luminosa.
Esta ciudad creció abrazando las corrientes migratorias, muchos somos su descendencia. El enemigo del progreso y la convivencia no son los pobres, extranjeros o el vecino de la casa de al lado que piensa distinto, sino las malas políticas y los políticos corruptos, ineficientes y vendehumo.
Poner los problemas afuera nunca los resuelve. Y se puede engañar a algunos un tiempo, pero no a todos por siempre.