Luis Felipe “Yuyo” Noé: La poesía visual

por | May 8, 2025

La vida y el "caos:"Yuyo" Noé nos deja un legado pictórico original y poético. Llegó a los 92 años con la lucidez y la libertad de un grande.

Luis Felipe Noé, «Yuyo» como le decían desde niño, dejó esta vida el pasado nueve de abril, pero nos  deja un legado hecho de forma, color y dinamismo plástico, plasmado en una obra pictórica original y poética en la que  reflexiona sobre los múltiples significados de la vida y esa constante en  su obra que es el «caos». Es la obra de  una persona que llegó a los 92 años con la lucidez y la libertad de un grande. Estamos frente a un referente admirable, no sólo para el arte sino para la vida misma.

Bajo el título «Vida es una palabra abstracta», su muestra emblemática «Yuyo» nos muestra una libertad de trazos y pinceladas como la de un niño, claramente expresado por Freud: “Todo niño que juega se comporta como un poeta, pues inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada.

Lo opuesto al juego no es la seriedad, sino la realidad efectiva. El poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasía al que toma muy en serio, vale decir, lo dota de grandes montos de afecto, al tiempo que lo separa tajantemente de la realidad efectiva”. 

Y esto es lo que ha conquistado Yuyo, luego de una larga vida vivida, en la que según él, nunca conoció el aburrimiento, su labor creativa es un desarrollo, una forma de vivir sintetizada en la tela.

La muestra está compuesta por doce obras inéditas, realizadas en sólo tres meses de intenso trabajo: «Cuando estoy apurado por el tiempo, me pasa lo mismo que con la escritura: no me hace hacer las cosas rápido, al contrario, enfermo de obsesión soy capaz de escribir la misma página 10 veces, volver y volver, y corregir y volver».

Y entonces cobra sentido el título de la muestra, estamos ante un creador nato, ante alguien que se deja llevar por lo más recóndito de su ser, lo ve, lo explora y lo re ordena en un todo sensible y original.

 A lo largo de su vida son muchas maneras las que utiliza. Le interesa poner «muchos colores y luego empezar a dibujar los colores, dibujar el contorno de estos y después hacer un tejido de ellos».

A veces entre esas manchas y líneas aparece la figura de una persona, es «algo que surge, lo dejo y a veces veo como una cara, pero si en la lógica que venía haciendo la obra no tiene lugar entonces lo tapo, y en otro momento, sí le veo sentido que aparezca, entonces lo dejo», detalla sobre esas siluetas que se definen en algunas de las pinturas.
«El caos es mi tema. Por caos no entiendo desorden, sino el ritmo mismo de la vida. Creo que al caos lo constituimos entre todos nosotros desde que el ser humano existe. La prueba está en que el ser humano nunca ha podido vivir sin guerra», señala.

«El caos es la vida misma y hay muchas cosas en la vida que son maravillosas, porque en el caos está todo, hasta lo bueno, lo que pasa es que no nos damos cuenta porque creemos que es solamente lo malo, está todo mezclado y en los momentos de orden y tranquilidad se está gestando todo el desborde, porque el escenario del caos es el tiempo».

Yuyo reflexiona sobre los temas más trascendentes y siempre antepone lo humano, pero también plantea que todo tema es político, incluso cuando se pinta una naturaleza muerta. Él ha pasado por su filtro pictórico los temas de la realidad social, tanto en la figuración como en la abstracción. De hecho dice que “la vida es abstracta”. Tal es el sentido que encuentra en las cosas que las carga de una afectividad muy particular, tanto que su sello Noé se identifica al instante. 

Y cómo no tener como tema el caos, si nació en 1933 en un contexto de conflicto: le tocó vivir la época de la guerra civil Española cuando contaba con 6 años y cuando terminó la segunda guerra mundial tenía 12 años. 

A medida que crece y se involucra con el arte, la pintura informalista que deviene como reacción a esas vivencias, lo influencia y lo atrae.

Fue uno de los ideólogos más importantes del arte contemporáneo, que fuera parte de la Nueva Figuración en los años 1960. Este movimiento artístico, de ruptura y cuestionamiento de los preceptos de la pintura, fue llevado adelante por el grupo integrado por Luis Felipe Noé, Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega.

Esta Nueva figuración es distinta de la tradicional, no del todo divorciada de lo abstracto, más bien enriquecida con sus aportes. Dan  protagonismo a la figura humana y juegan con el expresionismo en colores, gestos, atmósferas o temas. La nueva figuración preconizaba un retorno al objeto y a la realidad cotidiana. Se vuelve a representar la realidad  pero con las técnicas del informalismo. 

Para Yuyo marca un hito en su historia la primera muestra que realiza en 1959 en Galería Witcom.

Estaba allí, su antiguo  maestro Horacio Bútler, quien lo fue a ver y le dijo: “vine temprano por si no me gustaba, pero me quedé a esperándolo para decirle que, haciendo lo contrario de lo que yo le enseñé, ha hecho una pintura que le ha dado un muy buen resultado”. Yuyo tomó la observación como si le estuvieran otorgando el premio nobel.

En este momento actual en que vivimos con pesar la lucha de nuestros mayores, vulnerados en sus derechos de trabajadores jubilados y enfrentando a las fuerzas policiales con pancartas y consignas de protesta, poniendo el cuerpo y el alma, se me arma un cuadro, una pintura social recurrente que muchas otras veces ha representado Yuyo dando color  y forma a tanta injusticia.

Y él mismo, como hombre mayor, argentino, se torna ejemplo de sabiduría con sus palabras: “por suerte como todavía no estoy gagá -que es el gran peligro de los viejos», «no le tengo ningún miedo a la muerte, pero le tengo pánico a la muerte en vida». Y continúa: «por suerte todavía estoy lúcido y espero que cada vez más. Creo que cada vez más porque uno aprende el juego del sí mismo, tanto para pensar como para pintar».

Y en esto se da una coincidencia con otro argentino grande, Jorge Bergoglio, el papa Francisco, que también atravesó el siglo anudando vivencias y transformándolas en sabiduría y valores universales que no prescriben. En su último libro reflexiona sobre la vejez, y habla de devolverle el orgullo a la palabra viejo, que no significa ser desechado, tal como nos hace pensar la cultura del descarte que nos aqueja. 

En ambos referentes resuena la palabra experiencia, sabiduría, reflexión, escucha, lentitud, valores que estos dos nonagenarios nos han dejado como caminos a seguir.
Uno de los últimos trabajos de Yuyo Noé, fue una tela de 4  x 3 metros que a manera de mantel gigantesco desplegó sobre una tabla, y caminando alrededor de ella fue pintando ese caos que  denomina a la vida, a la época. Una pintura vislumbrada y salida como una poesía, sin mediar límites. “A veces uno no va a lo útil, sino a lo que lo tienta como búsqueda”.