Resulta que a veces escuchando a otras personas u observando otros paisajes diferentes a los cotidianos, se nos despiertan imágenes nuevas.
El domingo 2 de Julio me invitaron a un Taller de Esquejes en la “Huerta del Corra” que se encuentra en el predio ubicado en Gaona y Mercedes. Fui bastante expectante y curiosa, si bien me gustan las plantas no se mucho acerca de plantar y cosechar, me refiero a que lo intento pero después de haber participado en este Taller aprendí que no solo hay que saber algunas cosillas o secretillos, sino que también hay que conectar (últimamente esta palabra me re suena con todo) “conectar”.
Cuando llegué me recibieron cálidamente dos amables Sras. Silvia y María junto con un grupo de jóvenes con ganas sobradas de compartir lo que sabían respecto del cuidado y del desarrollo de variedades de plantas nativas. Estas personas trabajan en equipo, voluntariamente, y dedican tiempo a la huerta al mantenimiento de la misma y nos regalan su conocimiento poniendo en cada explicación mucho amor. Recorrimos la huerta que tiene mucha variedad de verduras, como así también plantas aromáticas y medicinales, un placer para mi nariz y para mis ojos. Todo allí era una invitación a despertar de los sentidos.
Se habló cómo se desarrolla la vida en este pedazo de Tierra, como se trabaja y como se mantiene activa gracias a las personas que colaboran con mucho esmero en el sustento de la misma.


Luego pasamos a una mesa de trabajo donde nos esperaban Horacio y Eve los encargados de sembrar nuestra curiosidad acerca de los “esquejes” y del lenguaje oculto de las plantas.
La propuesta de trabajo en grupo, brindó la posibilidad de hacer intervenciones y aportes propios lo que enriquecía y sumaba a la actividad. Se habló de cuanto eran necesarios todos los bichitos que habitan un jardín y como la mayoría de las veces queremos exterminar de manera muy violenta sin tener en cuenta lo que echamos para matarlos, no solo perjudica el ecosistema, sino que contamina la tierra donde crecen el resto de las plantas y arbustos, enfermando los nutrientes naturales que son los que colaboran aportando la riqueza tanto a las capas subterráneas como el alimento futuro del tallo hojas y demás facilitando el proceso de nutrición, desarrollo, fotosíntesis e intercambio de los demás agentes naturales, todo un verdadero ciclo de vida, al que por lo general no le prestamos atención. La propuesta más allá de aprender a hacer esquejes era sin dudas la toma de conciencia del cuidado del ambiente, de su comunicación y de la gran sabiduría encerrada en la naturaleza, “conectar” para “conectarse”.
Nos contaron acerca de los corredores naturales que se forman por la necesidad de polinizarse con determinadas plantas, las específicas variedades de insectos que necesitan de determinadas plantas para su alimento y reproducción, como agradecen las mismas la visita de dichos habitantes que además de aportarles un importante elemento de supervivencia les favorece en su crecimiento.
Desde su nacimiento pasando por su desarrollo, la importancia de un tallo erguido y fuerte, la floración de sus ramas y la gran comunicación con el resto de las especies se conjugan en una hermosa música generando una gran orquesta donde cada uno hace su aporte, en silencio, pero con movimientos que aunque no son de desplazamiento bailan al compás del viento o se nutren del agua de lluvia generando una especie de melodías que albergan miles y miles de bichitos amigos que completan el ciclo de vida.
En la mesa no faltaban herramientas, para resolver, modificar y en algunos casos renovar, plantar, saber que en los esquejes el corte es preciso, que hay que tener en cuenta la temperatura, la humedad, el tipo de tierra, la luz, luego se planta y se espera hasta la aparición de las hojas, brotes que iniciaran nuevamente el ciclo. ¿Con qué lo podemos relacionar? ¿Con cual situación tiene similitud?
Hay momentos en nuestra vida en que debemos parar, hacer un corte, tener conciencia donde y para que vamos a hacer ese corte, y volver a renacer, con fuerzas renovadas y creciendo firmes lo más firmes que se pueda, ese crecimiento si bien es un proceso que va cumpliendo etapas, con la ayuda de algunas personas, y el cuidado personal, puede ser muy enriquecedor, claro que nosotros tenemos que hacer una buena parte de ese trabajo y elegir con quien quiero emprenderlo y quien de todos los que nos rodean estarán para dar su mano y sumarse a la reconstrucción. Como mencionaba antes la participación en grupo es muy importante, también en nuestras vidas, comunicarnos dar y recibir es una tarea que nos hace florecer. Ahora bien, el corte lo damos en un momento determinado en ese tiempo donde hay algo interior que nos dice “es ahora” y entonces comienza el proceso evolutivo de nuestros pensamientos y decimos BASTA. Cortamos para renovarnos.


Lo especial de este Taller fue como resonó en mí el lenguaje secreto de las plantas, tanto en su ciclo personal e individual, como en sus comportamientos dentro de un sistema.
Siguiendo con el proceso creativo del que venimos hablando en anteriores columnas, puedo decirles que tomé conciencia que la Belleza de un jardín huerta o espacio verde no está en el exterior solamente, que cuando corremos nuestra mirada hacia las profundidades y tratamos de desentrañar más aun y escarbar bien adentro, aprendemos a ver lo que ocurre secretamente en distintos lugares de la naturaleza donde existe VIDA, por lo tanto volvemos al principio, la insistencia e importancia de desnudarnos interiormente hasta llegar a nuestras profundidades
En una hora de Taller mi cabeza dio vueltas y me inundó una emoción casi inteligible, me dejé llevar por una música donde todos los armónicos se acompasaban dejando bien en claro que la Vida del jardín no es otra cosa que el espejo de la nuestra.
Desde el cuidado de un esqueje hasta su transformación en una planta se producen miles de acciones infinitas y sutiles mediante un proceso individual y colectivo. Estamos dando, aportando y recibiendo vida, transformando cíclicamente vibraciones negativas en positivas, generando nuevas comunidades que se encargaran de limpiar y barrer lo desechable para devolverlo a sus orígenes de forma vigorosa y renovada.
En nuestro camino se presentan oportunidades que a veces desestimamos.
Estoy convencida que cuando se nos presenta algo es porque una enseñanza nos trae. Aprender y agradecer esa enseñanza nos provoca un movimiento interno que a la vez nos llevara a reproducir alguna otra acción necesaria para nuestra evolución.
Visualicemos un tallo que se transforma en árbol. ¡Que belleza!
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PROPUESTA E INVITACIÓN: pasa por la Huerta, toma tu tiempo. Experimenta, conecta y siente lo que te pasa allí, bajo tus pies, con los olores, colores y demás sentidos. Déjate llevar por las emociones. Pedí un esqueje, plantalo y registra todo lo que observes en su desarrollo, aunque sea algo muy pequeño. Vas a necesitar estar muy atento, registrar sus cambios. Es un proceso lento al igual que el nuestro. Cuanto más le prestes atención más comprenderás lo que pasa dentro tuyo. Y cuando llegue la hermosa transformación y observes una plantita, habrás comprendido lo maravilloso del cambio. Seguramente parte de ese cambio será el propio.
Si quieres vivir esta experiencia los chicos están los domingos por la tarde cuando el solcito acompaña. Vale el tiempo dedicado.
Luego si lo deseas y quieres compartirlo puedes escribir a mi mail: cmpassarelli@gmail.com
Gracias por leernos…