La verdad sobre las universidades Argentinas

por | Nov 21, 2024

Ante el bombardeo de consignas sesgadas en las redes, que producen confusión en la opinión pública, aportamos información sobre la estructura de la educación superior en nuestro país.

En este último tiempo el tema de las universidades y sus presupuestos ganaron cada vez más espacio en las redes, las noticias y los medios de comunicación a raíz de reclamos salariales, marchas y paros. El problema con el tema es similar al que ocurre cuando se habla de “educación”, donde cada persona tiene una interpretación desde su propia experiencia, sin abarcar en sus análisis todas las variantes que existen de modalidades educativas como así también de universidades.

Respecto de estas últimas en total hay más de 100 diseminadas en todo el país y más de 60 son estatales, es decir dependen de los ejecutivos nacionales o las provincias. Esto nos lleva a sostener que cuando decimos “universidad” debemos especificar a qué universidad nos estamos refiriendo, porque no hay una igual a la otra.

Modelos de Universidades:

Por eso vamos a intentar una clasificación, para entender el funcionamiento de las Universidades, teniendo en cuenta que se reconocen tres modelos tradicionales: el inglés, el francés y el alemán.

El modelo ingles siguiendo la tradición de las “schools” británicas concibe a la universidad como un ente al servicio del mercado, su producción científica y su actividad académica está orientada a generar profesionales que aporten a las necesidades de las empresas y corporaciones. El modelo francés, con una larga tradición napoleónica y de los “college” parisinos entiende que su actividad educativa debe de estar orientada a la generación de funcionarios públicos y agentes del estado que garanticen los derechos de los franceses. Por último, el modelo alemán, con una fuerte impronta idealista entienden a las universidades como centros de estudio y desarrollo de conocimiento, que deben simplemente abocarse a eso, a extender el conocimiento humano, independientemente de quien haga uso de él. 

Obviamente estas categorías son ideales y es poco probable que una universidad se declare abiertamente según estos modelos, pero sin duda aquellos aparecerán en las constituciones y estatutos fundacionales.

Pero hay un cuarto modelo: el argentino.

Así es y esto no se debe a que nuestro gran arquitecto constitucional, Juan Bautista Alberdi, al momento de pensar una constitución que hiciera progresar al país pensó en una herramienta: las universidades. En 1850 el país estaba prácticamente despoblado, no había carreteras y todavía había zonas inhóspitas sin colonizar, por eso Alberdi en la Constitución, puso a cargo del Congreso en lo que se conoce como “cláusula de progreso” (Art.75 inc.19 de la C.N.) con distintas herramientas, entre las que se encuentran la creación de universidades autónomas y autárquicas. 

Nuestro prócer odiaba las universidades que sólo se dedicaban a la teoría, y a las largos discursos académicos que no producían ningún resultado práctico para el país, más que la propia discusión en si.

Las universidades públicas se distinguen de las privadas porque mientras las primeras integran una estrategia organizada de desarrollo humano argentino, las segundas tienen otros fines: generar profesionales con una determinada ideología, religión o creencia, o simplemente otorgar títulos académicos con fines de lucro, lo cual no es criticable, en muchos países latinoamericanos las universidades son propiedad de grupos económicos, que en un abanico diversificado de actividades como shoppings, empresas constructoras, grandes cadenas de tiendas también tienen universidades (Chile o Ecuador, por ejemplo).

¿Por qué las universidades nacionales tienen nombre de ciudades o provincias?

La respuesta a esta pregunta ya se puede sospechar de lo explicado en el apartado anterior y se entiende si vemos como es el proceso de creación de una universidad nacional:

En primer lugar, el congreso realiza un estudio sobre las condiciones físicas, económicas, sociales, culturales, de una región, en general atendiendo peticiones de organizaciones civiles o gobiernos de ese lugar. Aprobada la idea se dicta la ley de creación de la universidad, que generalmente se bautiza con el nombre del lugar donde se va a emplazar e incluso se le ordena desarrollar determinado tipo saberes académicos, relacionados siempre con las necesidades de la región. 

El segundo paso es comenzar a crear la universidad, reunir a los profesores, evaluar las necesidades de la región, crear las facultades, hacer participar a la comunidad, etc. 

Esto explica porque, por ejemplo, sería inapropiado que se estudiara oceanografía en las universidades de la zona norte del país o minería en las universidades del litoral marítimo, porque cada casa de estudios tiene la misión de investigar y educar personas que sirvan a las economías y necesidades regionales. 

Las universidades nacionales no son, en consecuencia, sólo edificios con aulas donde los estudiantes se “facultan” para un título universitario, son unidades de desarrollo humano que persiguen, por sobre todo generar riqueza intelectual para el país y formar profesionales científicos y técnicos que atiendan las necesidades de la sociedad. Por eso tienen laboratorios, aulas, ateneos, proyectos sociales en cárceles, villas, asentamientos, etc. y por eso arman satélites, reactores, clonan animales de granja, crean vacunas, desarrollan teorías científicas, investigan el cambio climático, crean modelos sanitarios para contener el dengue, el COVID o el colera, muchos de sus laboratorios tienen mejores medidas de seguridad que la bóveda de un banco.

Por eso, decir que “todas” las universidades son esto o aquello, o hacen o no hacen tal cosa es un error que evidencia un gran desconocimiento sobre el tema.

Marcelo Prado

Abogado – Especialista en Educación

Etiquetas: #Educación