Entre los pacientes caninos, uno de los motivos de consulta más frecuentes es el prurito con el consecuente rascado que, además de las consecuencias producidas sobre la piel del perro, acarrea la alteración «nerviosa» de más de un tutor que, literalmente, se desespera cuando el perro se rasca.
Causas de prurito hay muchas, pero tal vez una de las más complejas, dada su tendencia a la repetición, es la atopía.
La enfermedad atópica se caracteriza por la predisposición del paciente a desarrollar cuadros de hipersensibilidad o alergias a diversos elementos del medio ambiente.
Es una enfermedad de perros jóvenes, se cree que comienzan a sensibilizarse a los alérgenos ambientales aproximadamente a los cuatro meses de edad, pudiendo comenzar con los síntomas alrededor de los seis meses, aunque la mayor incidencia se observa en animales de entre uno y tres años.
Son muchas las razas que pueden tener una predisposición genética a padecer la atopía, entre ellas golden retriever, boxer, labrador, shar-pei, ovejero alemán, bulldog, terriers y sus cruzas.
El síntoma típico de la enfermedad es el prurito generalmente localizado en la cara, alrededor de los ojos, axilas, flancos y espacios interdigitales. Al principio podrá observarse la piel irritada, a veces con ronchas y pérdida localizada del pelo. A esto se suman luego las lesiones causadas por el rascado, más las producidas por las infecciones secundarias causadas por bacterias, hongos y levaduras.
En el comienzo de la enfermedad, el prurito suele ser estacional, coincidiendo con la época del año en que se presenta el alérgeno. Con el tiempo, llega a ser constante, es decir que se presenta a lo largo de todo el año, adquiriendo características de una dermatitis crónica y contaminada.

En algunos pacientes, se pueden observar otras alteraciones secundarias, además de las dermatológicas, como cistitis, asma bronquial, síntomas gastrointestinales, etc.
Ante estos casos, siempre hay que establecer el diagnóstico diferencial con otras enfermedades dermatológicas con las que puede confundirse por la similitud de los síntomas, como alergia alimentaria, alergia a la saliva de la pulga, sarna sarcóptica, infecciones, etc.
Una vez diagnosticada y luego de tratar las complicaciones se deberá poner en práctica el tratamiento más adecuado para cada paciente, pudiendo recurrirse a vacunas desensibilizantes, corticoides, antihistamínicos y ácidos grasos insaturados.
Sobre todo, es necesario que el tutor comprenda que se trata de una enfermedad que tiende a repetirse cada vez que el animalito entra en contacto con el alérgeno en cuestión, si es que no se ha podido desensibilizar, cosa que no siempre resulta. Por lo tanto, va a requerir de un mantenimiento ya que si se lo deja estar se complica cada vez más y luego se hace más difícil lograr la mejoría.
Como siempre, ante cualquier duda consulte con su veterinario.
Hasta la próxima.