Las enfermedades de la próstata se presentan con mayor frecuencia en los perros que en los gatos, en los que son más bien raras.
Dentro de estas enfermedades, la más común es la llamada hiperplasia prostática benigna, la que puede afectar a los perros enteros (no castrados) a partir de los seis años de edad.
Dicha enfermedad se caracteriza por el agrandamiento de la próstata producto de la estimulación causada por la testosterona, la hormona masculina, sobre el tejido de la glándula.
No en todos los casos produce síntomas notorios, en muchos pacientes cursa en forma asintomática y suele ser un hallazgo casual en algún estudio realizado por otro motivo.
En otros pacientes podemos observar goteo de sangre por el pene, fuera de la micción, como también hematuria, es decir la presencia de sangre en la orina, en la que a veces se pueden observar coágulos.
Para su diagnóstico y diferenciación de otras patologías de la glándula se realizan estudios ecográficos en los que se puede observar el aumento de tamaño de forma más o menos simétrica que afecta toda la glándula. Es frecuente también observar la presencia de formaciones quísticas en número y tamaño variables. Raras veces es necesaria la histopatología para confirmar el diagnóstico.
El tratamiento solo se lleva a cabo en los pacientes que presentan síntomas, siendo el de elección, por resultar el más efectivo, la castración.
Luego de la castración se produce la involución de la próstata, la que generalmente es notoria en pocas semanas y es completa al cabo de unos tres meses de la cirugía.
Como alternativa a la castración, puede realizarse tratamiento con antiandrógenos, es decir medicamentos que inhiben los efectos de las hormonas masculinas, pero no son tan efectivos y además no puede suspenderse la medicación sin que se produzca la recurrencia de la enfermedad a lo que debemos sumar los posibles efectos secundarios de dichos medicamentos. Por ello se considera como tratamiento de elección a la castración.
Otra enfermedad de la próstata del perro, menos frecuente que la anterior, es la prostatitis bacteriana y la abscedación prostática que como lo indica su nombre, se trata de un proceso infeccioso causado por bacterias.
En condiciones normales, la próstata está protegida del desarrollo bacteriano por la producción de inmunoglobulinas y la eliminación de microorganismos a través de las micciones frecuentes pero se cree que la glándula enferma, por ejemplo con hiperplasia, sería más susceptible a las infecciones.
Por lo general, se trata de un cuadro agudo, con dolor abdominal y fiebre, pudiendo también tener pérdida hemorrágica por el pene.
El diagnóstico se basa en los hallazgos de la revisión más los datos obtenidos de estudios complementarios como análisis de sangre y orina, cultivos y. ecografías.
El tratamiento se hace con antibióticos y el mismo debe ser rápido y agresivo ya que se trata de un cuadro riesgoso para la vida del paciente.
Como siempre, ante cualquier duda consulte con su veterinario.
Hasta la próxima.

Esta nota fue publicada originalmente en la Revista Floresta y su Mundo edición 391 (Octubre 2023) ©